#41 Sobre séptimos partidos, World Series, una huelga y la historia
¿De dónde viene el concepto game-seven? ¿Quién lo inventó? ¿Cuál fue el primero? ¿Por qué siete?
Game seven, o séptimo partido en español, son dos de las palabras más bonitas del vocabulario inglés. Representan esperanza y desesperación al mismo tiempo, uniéndose para crear una sensación tan única como necesaria. La gente vive por la oportunidad de jugar uno, de ganar uno, y más habitualmente de lo que se admiten, sirven para enterrar sueños y recordar pesadillas. Ensalzan héroes, avivan leyendas y nos recuerdan de manera constante por qué amamos este deporte, el de la pelota naranja. Pero para entender la complejidad de los game seven hay que entender su historia. ¿De dónde viene el concepto game-seven? ¿Quién lo inventó? ¿Cuál fue el primero? ¿Por qué siete? Os lo explico.
Viajamos a 1880, a Estados Unidos y su deporte más popular: el beisbol. Dos ligas dominan el panorama nacional, la American Association y la National League. Entre el ganador de cada una de ellas se jugaba una postemporada para decidir al campeón mundial, primero con partidos de exhibición y desde 1884, con series por el título. La primera la ganaron los Providence Grays 3-0 ante los Metropolitans. Al año siguiente fueron los St. Louis Browns que se impusieron 3-3-1 ante Chicago White Stockings (sí, hubo un empate) y una temporada más tarde, otra vez la misma final con los Browns ganando 4-2. Las series tenían números irregulares, jugando al mejor de tres, seis, diez o incluso quince en 1987 (ganó Detroit 10-5). Y sin importar el resultado, se jugaban todos los partidos.
Al acabar la temporada 1891, con los dos equipos de Boston ganando sus ligas, la National League absorbió a su rival. Una huelga de trabajadores entre los jugadores, el primer lockout de la historia, generó una desbandada hacia la NL que conseguía doce equipos y el monopolio del deporte. No era la mejor era del beisbol, con la liga creando problemas con distintos municipios, audiencias cayendo y un incendio en Boston que dejó más de 100 edificios de downtown afectados. Y un problema añadido: el campeón de la temporada regular no tenía a nadie contra quién jugar por el título mundial. Tras los partidos de temporada regular, se acababa el curso. Probaron un formato con la temporada dividida en dos partes y el ganador de cada una jugando una serie (al mejor de seis) por el título, pero duró un año y para 1893 el ganador de la regular era para todos el campeón.
Hasta que William Chase Temple tuvo una idea. El presidente de los Pittsburgh Pirates propuso la creación de una serie entre el ganador y el segundo clasificado de la temporada regular para el título. Y para hacerlo más válido, compró un trofeo de unos $800 de la época (o $27,000 en el presente) que donó a la liga. Una copa de plata, de 76 centímetros de alto y que se pasaría de ganador en ganador. El único requisito era que se jugara al mejor de siete. Ni tres, ni seis, ni quince: al mejor de siete. La Temple Cup, como se conoció, duró cuatro años y nunca llegó siquiera al sexto partido, pero se creó una semilla que John T. Brush usaría para recoger el fruto una década más tarde. Una que influiría en el deporte profesional durante todo el siguiente siglo y principio del XXI.
Brush era el propietario de los New York Giants, equipo referencia en la National League en 1904. Un año antes, en 1903, se habían jugado las primeras World Series como las conocemos en la actualidad: el ganador de la American League (AL) contra el ganador de la National League (NL). El formato lo decidieron los dos equipos involucrados , y no un comité que controlara ambas ligas, por lo que en 1904, con los Giants llegando a las World Series, no hubo acuerdo. De hecho se dejó claro que se trataba de un evento voluntario y New York rechazó jugar contra un equipo de una liga inferior, aunque su hipotético rival, Boston Americans, era el vigente campeón de las World Series. Se trataba más bien de un movimiento de negocio, con otros equipos intentando robar el terrero en New York.
Aguantó seis meses con su ira Brush, que para febrero, arrepentido, públicamente criticado por medios de comunicación y aficionados, y con el rabo entre las piernas, decidió crear las normas que se mantienen a día de hoy de las World Series. Y la primera y más importante rezaba que “siete partidos constituyen una serie completa”, además de que los equipos deben jugar “hasta que uno de los dos gane cuatro partidos”. Nadie sabe a ciencia cierta porqué Brush eligió siete, pero todos se dieron cuenta de lo mismo. Antes de comprar los Giants, Brush fue propietario de los Cincinnati Reds, equipo que jugaba la National League... donde Temple inventó la primera serie a siete. Originalmente se pensó en jugar solo cinco, pero se prefirió siete. Primero, por la oportunidad de ver a más pitchers y segundo, porque “siete es el número de la suerte”.
Salvo el periodo entre 1919 y 1921, las World Series se jugaron al mejor de siete cada año. Y en 1909, los Pittsburg Pirates eran el primer equipo en ganar un game seven ante Detroit Tigers. Fue 33 años antes del primer G7 en la NHL, con Detroit también perdiendo (en Toronto) y 39 años antes de que Philadelphia Warriors y St. Louis Bombers se enfrentaran en el primer G7 de la historia de la NBA, todavía conocida como BAA. La NBA adoptó el formato del mejor de siete desde su inicio, y lo acabó implementando en todas sus series en 2003. Copiando el formato que William Chase Temple propuso para la liga de beisbol 110 años antes. Uno que la Temple Cup nunca pudo llevar a cabo, quedándose sin el honor de tener el primer G7 de la historia del deporte como lo conocemos, aunque fuera finalmente su sucesor, las World Series.
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