#44 Sobre oportunidades perdidas, una reunión y el bien colectivo
Hoy hace un año, los Celtics perdían el séptimo en casa ante Miami. 365 días después la historia ha cambiado y mucho.
Hace exactamente un año hoy, Miami asaltaba el TD Garden y se llevaba un séptimo partido de las finales de conferencia. La derrota dejaba a Boston a las puertas de las finales y a la gerencia de los Celtics con dudas sobre la legitimidad del proyecto. Hubo una reunión privada entre propietarios, ejecutivos y cuerpo técnico con tres cabezas: Wyc Grousbeck, Brad Stevens y Joe Mazzulla. Y la conclusión fue la misma: “No podemos traer el mismo equipo el año que viene, algo tiene que cambiar” explicaba Grousbeck, propietario mayoritario, al Boston Globe en agosto. Semanas después de la derrota, los Celtics mandaban a Marcus Smart a Memphis en un intercambio a tres bandas donde conseguían a Kristaps Porzingis. No era desesperación, no era agarrarse a un clavo ardiendo. Era dejar de desaprovechar oportunidades.
O así lo definía el propio Grousbeck. La llegada del letón primero y de Jrue Holiday en octubre, apenas horas antes del inicio del training camp, cambiaron la plantilla por completo. No la base, con Jayson Tatum y Jalen Brown como epicentro y Al Horford y Derrick White como complementos moldeables, pero sí el concepto. Porzingis le daba una alternativa a la ofensiva de Boston que ni Brad Stevens ni Ime Udoka habían tenido en sus manos, un siete pies capaz de poner el balón en el suelo; Holiday traía todo lo de Marcus Smart pero con más experiencia, un anillo de campeón en el bolsillo y la calma de saber jugar en los momentos calientes. Ambos consecuencia de una reunión. Ambos resultado de “las oportunidades perdidas con este equipo”, en palabras del dueño. Y es una verdad tan cruda como dolorosa para afición y jugadores a partes iguales.
Porque que a estas alturas de su carrera, que Tatum y Brown no tengan un anillo es solo una cuestión de azar, del destino. Desde 2017, incluso antes de la llegada de JT a la NBA, Boston ha sido un habitual en las finales de conferencia pero siempre ha habido algo en el camino. Una lesión, un mal ambiente en el vestuario, LeBron James o Steph Curry como rivales. Solo 2021, el año posterior a la pandemia y el fin de casi dos décadas de Danny Ainge como presidente de operaciones, fue una excepción, con el equipo perdiendo en primera ronda 4-1 ante los Nets de Kyrie Irving y Kevin Durant. El resto de temporadas Boston ha ganado al menos una serie, o tres como este año, aunque no gana 16 partidos desde 2008, el objetivo real. El único a día de hoy.
La edad ha sido una excusa, la experiencia, la salud, el rival. Han sido muchas, y la mayoría válidas a la hora de plantearse por qué Boston suma 16 años sin ganar el anillo, sobre todo los últimos seis. Pero la realidad es que siempre han estado cerca, y no hay nada que molde más el carácter que una derrota. Esas oportunidades perdidas que comentaba Grousbeck eran parte de la curva de crecimiento. Ahora, como en 2022, están a solo cuatro victorias de ganar el anillo, pero con el equipo mucho más listo, consecuencia del crecimiento, del aprendizaje. Pero también de aquella reunión de mayo que acabó con Marcus Smart y Robert Williams en la conferencia Oeste. Tanto mérito tiene Tatum, Jaylen y el resto de la plantilla como Brad Stevens a la hora de ser agresivo.
Ha construido un equipo de 64 victorias en temporada regular, uno que ha tenido el quinto mejor diferencial de la historia, el mejor ratio ofensivo nunca visto en la NBA, que ha llegado a ganar por +20 en más de la mitad de sus partidos y que se quedó a un partido de batir el récord de triples anotados en una temporada. Uno que no ha perdido tres partidos seguidos en toda la temporada NBA y que llegó a mitad de marzo 57-14. ¿Podría el mismo equipo del año pasado haber conseguido llegar a las finales de la NBA? Probablemente, el año pasado se quedaron a las puertas. Pero son Holiday y Kristaps Porzingis, si llega, los que les dan ese nivel extra. Y todos han dado un paso al lado por el bien del colectivo: los números individuales no importan.
Salvo Derrick White, que ha explotado, las estadísticas de los seis principales jugadores de Boston han bajado. Puntos, rebotes, minutos, tiros, asistencias, todo ha disminuido con el objetivo común. Virtualmente en cada categoría, todos los jugadores importantes de los Celtics han aceptado el sacrificio individual por el bien colectivo. Hace 16 años los Celtics respiraban la filosofía Ubuntu, yo soy porque nosotros somos, con Kevin Garnett, Paul Pierce y Ray Allen aceptando un rol menor por un bien mayor y este equipo es lo más parecido que se ha visto en Boston. Donde solo preocupa el banner 18, ese que no pudieron ganar ni Doc Rivers, ni Brad Stevens ni Udoka, y que ahora Mazzulla tiene la oportunidad perfecta tras todas esas oportunidades perdidas.
Por eso, tras felicitarle por el MVP de las finales, tras barrer a Indiana Pacers en la última serie, Jayson Tatum tenía solo un mensaje para Jaylen Brown: “four more”. Cuatro victorias más. Si no, nada de esto tendrá sentido y será otra oportunidad perdida.
Una historia repetida en Boston
La historia de la NBA es cíclica, se repite. Y los Celtics en este 2024, en lugar de coger un guion y copiarlo, han decidido imitar fragmentos de diferentes temporadas. Esencialmente de las tres últimas con anillo en Boston, 1984, 1986 y 2008. A los hechos me remito.
En 1984, los Celtics traspasaron por un base campeón de la NBA de índole defensivo que venía de la conferencia Oeste (Dennis Johnson; Jrue Holiday). Aquel año fueron el mejor récord de la conferencia con 10+ partidos de diferencia y el mejor balance de la NBA. Tu estrella promedió 27-11 en playoffs antes de las finales (Larry Bird; Jayson Tatum). Como en 2024.
En 1986, los Celtics traspasaron por un All Star interior con tendencia a lesionarse (Bill Walton; Kristaps Porzingis) para complementar a sus dos forwards All Stars (Larry Bird, Kevin McHale; Jaylen Brown, Jayson Tatum), enviando a uno de los jugadores más queridos (Cedric Maxwell; Marcus Smart). Aquel año fueron el mejor récord de la conferencia con 10+ partidos de diferencia y el mejor balance de la NBA. Ganaron 4-1 en semis. Consiguieron un 4-0 en las finales de conferencia. Y en las finales de la NBA esperaba un equipo de Texas (Houston Rockets, ¿Dallas Mavericks?). Como en 2024.
En 2008, los Celtics traspasaron por dos jugadores All Star (Kevin Garnett, Ray Allen; Kristaps Porzingis, Jrue Holiday) para rodear a su candidato al MVP (Larry Bird; Jayson Tatum). Fueron el segundo mejor ratio defensivo y el mejor net-rating y el mejor jugador de las finales de conferencia fue tu segunda espada. Como en 2024.
Sería el primer título de la franquicia sin Bill Russell (2022), John Havlicek (2019), Tommy Heinsohn (2020), KC Jones (2020), Sam Jones (2021), el núcleo duro de la primera gran dinastía de los Celtics. O sin Bill Walton (2024), Jo Jo White (2018), Ed Macauley (2021) o Bill Sharman (2013). Por ellos habría que ganar, por todas las leyendas de Boston que la ciudad ha perdido en los últimos años.